nacional se puso de manifiesto, de una forma dramática, en 1914 y en 1939. Estas convulsiones sangrientas demos-traron que el sistema capitalista, desde un punto de vista histórico, ya había agotado su misión progresista. Pero, para llevar a cabo la transformación de un sistema so-cioeconómico a otro superior, no es suficiente que el viejo